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27 oct 2010

REVOLUCION MEXICANA

REVOLUCION MEXICANA
Entre 1910 y 1920 México fue sacudido por una serie de luchas y revueltas conocidas como revolución mexicana, que intentaron transformar el sistema político y social creado por Porfirio Díaz. La revolución mexicana, que contribuyó a formar el México contemporáneo, no tuvo un carácter homogéneo, sino que consistió en una serie de revoluciones y conflictos internos, protagonizados por distintos jefes políticos y militares que se fueron sucediendo en el gobierno de la nación. En sus orígenes, las primeras tentativas revolucionarias, inspiradas por Francisco I. Madero, pretendían el derrocamiento de Porfirio Díaz, que se había mantenido en el poder durante más de treinta años. Tras el triunfo de los maderistas, la necesaria reconstrucción del país se vio dificultada por las disputas entre las propias facciones revolucionarias.

Después del asesinato de Madero, hubo nuevas luchas en las que triunfó Venustiano Carranza, quien promulgó la constitución de 1917, paso decisivo para la organización del estado posrevolucionario. No obstante, los sectores más radicales de la revolución mantuvieron la lucha hasta 1920.

La revolución maderista La revolución mexicana nació en un panorama de insatisfacción contra la política elitista y oligárquica de Porfirio Díaz, que había favorecido a los estamentos más privilegiados, sobre todo a los terratenientes y a los grandes capitalistas industriales. Si bien el país gozaba de prosperidad económica, las continuas reelecciones de Díaz causaban insatisfacción política entre las nacientes clases medias, en tanto que los beneficios de la prosperidad no habían alcanzado a los grupos más pobres de la sociedad.

Madero, un rico terrateniente del norte del país, propuso una fórmula de compromiso político según la cual Díaz mantendría la presidencia y aquél, desde la vicepresidencia, iniciaría un proceso de reforma. Tras el rechazo de Díaz a la propuesta, Madero fue postulado candidato a la presidencia para las elecciones de 1910 por el Partido Antirreeleccionista, que incluía a intelectuales como Filomeno Mata y José Vasconcelos.

Díaz hizo detener a su oponente y se declaró vencedor en las fraudulentas elecciones de junio, pero Madero logró escapar de la prisión y publicó en la localidad texana de San Antonio su célebre plan de San Luis Potosí, en el que denunciaba el fraude electoral e incitaba a la población a que se uniera a una sublevación el 20 de noviembre. Escasos fueron los levantamientos en la fecha señalada, pero el llamamiento contribuyó a alentar la sublevación posterior en diversos puntos de México. En el norte, en Chihuahua, Pascual Orozco y Francisco (Pancho) Villa, con unas tropas improvisadas, empezaron a asaltar las

guarniciones gubernamentales; y en el sur, en Morelos, Emiliano Zapata llevó a cabo una sangrienta campaña contra los caciques locales. Otros focos revolucionarios destacados fueron Sonora, con José María Maytorena, y Zacatecas.
Poco a poco se fue hundiendo el régimen de Díaz, cuyo ejército, dirigido por envejecidos militares, no supo hacer frente a las guerrillas revolucionarias. En la primavera de 1911, tras la caída de Ciudad Juárez, Díaz se vio obligado a renunciar y entregar el poder a Madero.

Presidencia de Madero Después de un breve gobierno provisional, Madero fue electo presidente en octubre de 1911. Inicialmente su régimen fue acogido con entusiasmo por el pueblo, pero pronto se vio enfrentado al descontento de los campesinos, que reclamaban una reforma agraria, y al de los hacendados, que deseaban sofocar el radicalismo de los seguidores de Zapata. En noviembre de 1911, éste se rebeló contra Madero en Morelos a causa del retraso en la restitución de las tierras a las comunidades indígenas, punto que se había acordado en el plan de San Luis. Asimismo, Orozco optó en Chihuahua por la lucha armada ante la resistencia a poner en marcha la reforma agraria y nacionalizar el ferrocarril.
Por otro lado, los sectores fieles al derrocado sistema porfirista, y los Estados Unidos, que veían peligrar sus intereses comerciales y petrolíferos, también contribuyeron a desestabilizar el gobierno maderista.

Las tensiones llegaron al límite cuando estalló la revuelta de Félix Díaz, sobrino de Porfirio Díaz, que se enfrentó con las tropas federales del general Victoriano Huerta en la misma ciudad de México. El 18 de febrero de 1913, después de nueve días de bombardeos, conocidos como "la decena trágica", Huerta y Díaz se entrevistaron con el embajador estadounidense Henry Lane Wilson, y los tres concretaron un pacto contra Madero. Huerta asumió la presidencia de México y detuvo a Madero, que fue asesinado a los pocos días.
El gobierno de Victoriano Huerta Las primeras medidas del nuevo presidente, tales como la prohibición de la libertad de prensa, la eliminación de destacados revolucionarios y la persecución de los movimientos obreros, contaron con el apoyo de los sectores más conservadores. Sin embargo, la oposición se organizó y pronto estalló una nueva insurrección en diferentes puntos.

En el norte, en los estados de Chihuahua, Sonora, Sinaloa y Tamaulipas, se sublevaron Venustiano Carranza y Pancho Villa; y en el sur, en Morelos, Zapata volvía a erigirse en líder de la revuelta. La alianza entre ambas facciones, tras el acuerdo de Guadalupe, y el apoyo del presidente de los Estados Unidos Woodrow Wilson a la causa revolucionaria, con el envío de tropas a Veracruz, llevaron a Huerta a exiliarse en julio de 1914.

Gobierno de Madero

Plan de San Luis

En los primeros días del mes de octubre de 1910, se presentó en la oficina de telégrafos de la ciudad de México, el coronel Samuel García Cuéllar con la finalidad de enviar un mensaje al jefe militar de San Luis Potosí, ordenando que se detuviera y confinara nuevamente en la prisión a don Francisco I. Madero quien bajo caución estaba en libertad condicional, teniendo a esa ciudad por cárcel. Afortunadamente el telegrafista José H. Portillo, encargado de trasmitir el mensaje, era sincero maderista y pidió a su compañero Rubén Durán, receptor en San Luis, que informara al señor Madero del riesgo que corría. Este aviso, así como el que llevaba un enviado de Gustavo A. Madero, hermano del líder antireeleccionista, hizo que se apresuraran los preparativos de fuga de los señores Madero y Roque Estrada.
El seis de octubre, en la madrugada, don Francisco I. Madero vestido con ropa de mezclilla azul, pañuelo rojo en el cuello y sombrero de palma, acompañado de don Julio Peña, caminó varios kilómetros para poder abordar el tren que lo llevaría a la ciudad de Laredo. Al día siguiente cruzó la frontera y se dirigió de inmediato a San Antonio, Texas, donde le aguardaban varios correligionarios, entre ellos Aquiles Serdán, Enrique Bordes Mangel, Juan Sánchez Azcona y Miguel Albores. El día ocho llegaron a esa ciudad el licenciado Roque Estrada, el doctor Rafael Cepeda, Elías de los Ríos y la señora Sara Pérez de Madero.

Desde su prisión en San Luis Potosí, Madero había preparado algunas notas relativas al documento que convocaría a tomar las armas contra la dictadura a todos los mexicanos, dedicándose desde su llegada a San Antonio, a integrar sus ideas; una vez concluido el proyecto, invitó a Roque Estrada, inteligente, erudito y fogoso orador, a Federico González Garza, entusiasta y valiente abogado que había quedado al frente del Comité Ejecutivo del Partido Antireeleccionista y quien exigió la anulación de las elecciones de 1910, a Enrique Bordes Mangel, distinguido joven tribuno que había realizado estudios en el Colegio Militar, así como a Juan Sánchez Azcona, periodista, escritor, condiscípulo y amigo entrañable del señor Madero, para que revisaran, corrigieran y dieran forma definitiva al documento por él preparado y en el cual definía su actitud revolucionaria y convocaba al pueblo a derrocar, por medio de las armas, al gobierno de Porfirio Díaz.

Las reuniones se celebraban en la casa 520 de West Macon Street, que era el hogar de don Ernesto Fernández Arteaga, condiscípulo de Madero y Sánchez Azcona en su estancia en París. Mientras se efectuaban las juntas, correspondía al dueño de la casa y a Aquiles Serdán la vigilancia y evitar que la policía irrumpiera para detener a los revolucionarios.

La redacción definitiva del Plan de San Luis, llamado así por obvias razones y fechado el 5 de octubre, quedó concluida el 25 de octubre de 1910 y de inmediato fue encargada su impresión a don Fausto Nieto, comenzando a circular los ejemplares por medio de los correligionarios en todo el país.


Gobierno de Huerta


Plan de Guadalupe
Plan de Guadalupe
Manifiesto a la Nación

26 de Marzo de 1913


Considerando que el general Victoriano Huerta, a quien el Presidente Constitucional Don Francisco I. Madero había confiado la defensa de las instituciones y legalidad de su Gobierno, al unirse a los enemigos rebeldes en contra de ese mismo Gobierno, para restaurar la última dictadura, cometió el delito de traición para escalar el poder, aprehendiendo a los C.C Presidente y Vicepresidente, así como a sus Ministros, exigiéndoles por medios violentos las renuncias de sus puestos, lo cual está comprobado por los mensajes que el mismo general Huerta dirigió a los Gobernadores de los Estados comunicándoles tener presos a los Supremos Magistrados de la Nación y su Gabinete. Considerando que los Poderes Legislativo y Judicial han reconocido y amparado en contra de las leyes y preceptos constitucionales al general Victoriano Huerta y sus ilegales y antipatrióticos procedimientos, y considerando, por último, que algunos Gobiernos de los Estados de la Unión han reconocido al Gobierno ilegítimo impuesto por la parte del Ejército que consumó la traición, mandado por el mismo general Huerta, a pesar de haber violado la soberanía de esos Estados, cuyos Gobernadores debieron ser los primeros en desconocerlo, los suscritos, Jefes y Oficiales con mando de las fuerzas constitucionalistas, hemos acordado y sostendremos con las armas el siguiente:


PLAN

1. Se desconoce al general Victoriano Huerta como Presidente de la República.

2. Se desconocen también a los Poderes Legislativo y Judicial de la Federación.

3. Se desconocen a los Gobiernos de los Estados que aún reconozcan a los Poderes Federales que forman la actual Administración, treinta días después de la publicación de este Plan.

4. Para la organización del ejército encargado de hacer cumplir nuestros propósitos, nombramos como Primer Jefe del Ejército que se denominará "Constitucionalista" al ciudadano Venustiano Carranza, Gobernador Constitucional del Estado de Coahuila.

5. Al ocupar el Ejército Constitucionalista la Ciudad de México, se encargará interinamente del Poder Ejecutivo el ciudadano Venustiano Carranza, o quien lo hubiere sustituido en el mando.

6. El Presidente Interino de la República convocará a elecciones generales, tan luego como se haya consolidado la paz, entregando el Poder al ciudadano que hubiere sido electo.

7. El ciudadano que funja como Primer Jefe del Ejército Constitucionalista en los Estados cuyos Gobiernos hubieren reconocido al de Huerta, asumirá el cargo de Gobernador Provisional y convocará a elecciones locales, después de que hayan tomado posesión de sus cargos los ciudadanos que hubieren sido electos para desempeñar los altos Poderes de la Federación, como lo previene la base anterior.


Invacion Norteamericana

Afortunadamente, en las últimas décadas, México no ha sufrido invasiones militares de potencias extranjeras. Sin embargo, enfrentamos una invasión más poderosa: la invasión ideológica y comercial.

En 1853 Estados Unidos se apoderó de una extensa parte de nuestro territorio, pero ahora está conquistando algo mucho más valioso: a los mexicanos. La influencia de esta Nación sobre nosotros es evidente. Aunque a veces nos sentimos muy patriotas y los criticamos, los grandes instrumentos de la dominación norteamericana son algo cotidiano e incluso, se han convertido en parte de nuestra vida diaria.

Aunque los Estados Unidos cuentan con menos del 6 por ciento de la población mundial, su participación en el consumo de los recursos del mundo sube casi al 60 por ciento. Esto nos hace considerarlo más que como un país, como una marca registrada. ¿Quién no ha comprado un producto que diga "Made in USA"?

Muchas son las críticas que hacemos a la sociedad norteamericana. Condenamos su desintegración familiar y el alto índice de divorcios; juzgamos a su juventud por la pérdida de valores morales y por su elevado consumo de drogas; denunciamos las intervenciones militares de Estados Unidos en todo el mundo. Sin embargo, aceptamos sin ninguna reserva sus productos e incluso nos atrevemos a imitarlos de múltiples maneras.

La mayoría de los automóviles que circulan por nuestras calles son de marca estadounidense. La ropa que usamos, aunque muchas veces es fabricada en nuestro territorio, es de origen norteamericano. México es el segundo país en donde se consume más Coca-Cola. Hemos adoptado también su estilo de vida. Nos gusta la comida rápida, calentamos los alimentos en el horno de microondas y el consumismo se ha convertido en la filosofía de muchos.

Pero su influencia no sólo está presente en productos comerciales, sino también en la industria del entretenimiento. El rock se ha convertido en el género preferido de muchos y los artistas mexicanos lo han aceptado dejando a un lado a nuestra verdadera música.

La televisión mexicana dedica grandes espacios a series producidas en Estados Unidos. Esta influencia también se refleja en el cine. La cartelera está repleta de películas filmadas en ese país.

La influencia norteamericana nos llega desde pequeños. ¿Qué niño no sueña con ir a Disney World y conocer al Pato Donald o a Mickey Mouse? Pinocho se convirtió en el héroe de mi infancia desde que supe que salvó a su padre de la feroz ballena. Tan impresionado me dejó, que quería llamarme Pinocho Fuentes.

Hace días escuché en un noticiero que México es uno de los principales importadores de basura de Estados Unidos. Es triste darnos cuenta que ni siquiera nuestros desperdicios son de mayor calidad.

Creo que estamos cayendo en el extremo de pensar que todo, por el simple hecho de ser de origen norteamericano, es mejor a lo nuestro. Es cierto que estamos en la era de la globalización y no podemos permanecer herméticos a la influencia extranjera, pero debemos valorar también lo que nosotros hacemos.

Hay otras cosas que debemos importar de Estados Unidos en lugar de sus productos, por ejemplo, su capacidad de soñar y hacer todo lo posible para hacer realidad esos sueños.

Hay quienes dicen: "pobres de los mexicanos, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos". Hay que ver a esto como una oportunidad para aprender lo positivo de este país y emplear las enseñanzas en la construcción de un México más independiente.

Soberana convencion de Aguascalientes

El 20 de agosto de 1914 Carranza entró en la ciudad de México, en calidad de Primer Jefe del Ejército Constitucionalista y encargado del Poder Ejecutivo, en virtud del Plan de Guadalupe, cuyo autor era él mismo.Carranza intentó poner bajo su autoridad a Emiliano Zapata y a Francisco Villa. Así, Luis
Cabrera y Antonio I. Villareal viajaron a Cuernavaca para entrevistarse con Emiliano Zapata, y Álvaro Obregón fue a negociar la paz con Villa. Los primeros no lograron entrevistarse con Zapata, lo cual fue un triunfo para Carranza porque ya tenía un pretexto para acabar con él. Obregón llegó a un acuerdo con Villa, de manera que temporalmente se limaron asperezas entre Villa y Carranza.Las sesiones de la Convención se iniciaron el 1 de octubre de 1914 en la ciudad de México, con
la asistencia de los generales revolucionarios con mando de tropas, así como todos los gobernadores
estatales. Pero días después de comenzar las sesiones, los problemas de Carranza, Villa y Zapata
hicieron crisis.
El 5 de septiembre Carranza rechazó la propuesta de Zapata, de que aceptara el Plan de Ayala en
lugar del de Guadalupe. El 25 de ese mes, Villa desconoció a Carranza como encargado del Poder
Ejecutivo y Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, por que éste le impedía abastecerse y usar vías
de Comunicación, por lo que se le imposibilitaba viajar a la ciudad de México.
Por supuesto que Carranza se negaba a ser presidente interino, como lo estipulaba el Plan de
Guadalupe, así que la Convención se inauguraba con malos augurios, porque además Carranza quería
monopolizar los tres poderes. Incluso se negaba a que un civil ocupara la presidencia de la República,
con la obligación de convocar a elecciones presidenciales, establecer el orden y hacer reformas económicas y sociales.

A pesar de todo, los políticos hicieron un último esfuerzo por impedir el fracaso de la
Convención. Lucio Blanco, Eduardo Pesqueira y otros políticos viajaron a Chihuahua para invitar a
Villa a la ciudad de México, pero éste se negó y, en cambio, exigió que Carranza entregara el poder a
Fernando Iglesias Calderón y que la Convención se efectuara en una ciudad neutral. A fin de cuentas,
en la Convención Emiliano Zapata y Francisco Villa estuvieron ausentes.

En un discurso en la inauguración de la Convención, Carranza atacó a Villa, calificándolo de bandido y tachando a sus seguidores de “jefes descarriados”. Luego renunció a la jefatura del Ejército Constitucionalista, pero sus partidarios la rechazaron.
Al día siguiente la asamblea declaró que la Convención sería soberana. Aunque a las sesiones acudieron exclusivamente carrancistas, la Convención se trasladó a Aguascalientes el 4 de octubre de 1914, y las sesiones se reanudaron el 10 de octubre de ese año. Los problemas surgidos entre Carranza y Villa volvieron a la mesa de la discusión, así como la forma de resolverlos. Al mismo tiempo, se invitó formalmente a Emiliano Zapata. Se plateó que la Constitución de 1857 fuera restablecida y que se elaboraran reformas para
solucionar los problemas del país. También se abordó el asunto de la tenencia de la tierra y su solución:
que la tierra fuera ocupada.

Carranza no sólo se negó a asistir a las sesiones, sino que tampoco designó a un representante. Francisco Villa envió a Roque González Garza, y Pablo González a Alfredo Rodríguez. En una sesión, la mesa directiva y los delegados estamparon su firma sobre el lienzo blanco de la bandera nacional. Antonio I. Villareal, presidente de la mesa directiva de la Convención, expuso la necesidad de
resolver los conflictos entre Carranza y Villa, y el de José María Maytorena y Benjamín Hill, por el
bien del país.

Entonces, el 15 de octubre la Convención se declaró soberana y propuso que, para lograr la paz,
Venustiano Carranza, Francisco Villa, Álvaro Obregón, Emiliano Zapata y Pablo González deberían
abandonar sus cargos y mandos. La propuesta se modificó después y solamente se desconoció a
Carranza.

Por su parte Felipe Ángeles solicitó la presencia de Zapata, porque así se lograría la unidad entre los revolucionarios, además de reformas sociales. La convención tuvo momentos muy importantes, como el juramento de Villa en favor de la
Revolución, es decir, del pueblo; o la presencia de la delegación zapatista, dirigida por Paulino
Martínez. Los zapatistas rechazaron la autoridad de Carranza, acusándolo de atropellar al pueblo y que sólo el Plan de Ayala podría redimir al pueblo y sacarlo de su miseria.

Así quedaban delineados los campos en la historia de la Revolución. Se acentuaba la escisión revolucionaria. El 5 de noviembre culminó la Convención y Eulalio Gutiérrez fue reconocido como presidente de la República. Venustiano Carranza, desde Córdoba, lo desconoció. Carranza estableció su gobierno en el puerto de Veracruz, al que declaró sede de los poderes y
procedió a legislar. El 12 de diciembre de 1914 introdujo reformas al Plan de Guadalupe, reformas que
haría efectivas hasta el triunfo de la Revolución. Entre éstas podemos mencionar: la libertad municipal;
el proceso electoral; la reorganización del ejército y el Poder judicial, que tenían facultades para
decretar expropiaciones por causa de utilidad pública.

Además, la ley agraria del 6 de enero de 1915, base del artículo 27 constitucional, donde se
aborda la cuestión agraria del país; la ley reglamentaria de la explotación petrolera, aún bajo el control
de empresas extranjeras; la ley sobre municipio libre, con el objeto de capacitar a los municipios para
administrar sus recursos y elegir a sus autoridades, y una ley sobre el trabajo.

Carranza elaboró esas leyes para ganar adeptos y restar simpatizantes a Villa y a Zapata.

Constitucion de 1917


Fue promulgada en la ciudad de Querétaro y se tomó como base la constitución de 1857, pero se añadieron todas las demandas que dieron origen a la revolución mexicana, como la cuestión agraria (art. 27), la cuestión obrera (art. 123); la educación obligatoria y gratuita (art. 3º). Por su amplio contenido social, en su momento fue considerada como una de las constituciones más avanzadas del mundo. Actualmente está en vigor y desde su promulgación el 5 de febrero de 1917 ha sido reformada más de 400 veces.
Historia del constitucionalismo mexicano. La constitución, en México, es la norma fundamental o carta magna, establecida para regir jurídicamente al país, fijando los límites y definiendo las relaciones entre los poderes de la federación: poder legislativo, ejecutivo y judicial, entre los tres niveles diferenciados del gobierno (el federal, estatal y municipal), y entre todos aquellos y los ciudadanos; asimismo, establece las bases para el gobierno y para la organización de las instituciones en que el poder se asienta; y garantiza finalmente, en tanto que pacto social supremo de la sociedad mexicana, los derechos y los deberes del pueblo.

México ha tenido diversas constituciones a lo largo de su historia. Desde que devino una nación libre e independiente, se ha dado, según el momento histórico y la circunstancia, varias constituciones hasta llegar a la que rige en la actualidad, que fue promulgada el 5 de febrero de 1917. Cada una de ellas ha tenido su razón política de ser y un impacto social determinado. He aquí un breve resumen de cada una de ellas y de su historia.

Cambios Sociales y culturales

Participacion de la mujer en la Revolucion Mexicana

Las continuas, prolongadas y extendidas revoluciones del período, caracterizan a la vida social muy particularmente: los mexicanos vivían en revolución. Es a partir de la revolución, que la participación social de la mujer es muy evidente y trasciende el área doméstica. Dentro de la vida social revolucionaria encontramos a las mujeres en tres grupos: las viejas, las soldaderas y las maestras y periodistas.

Las viejas eran mujeres que fueron desempeñando dos funciones paralelas, en el hogar y en los cuarteles. En el hogar, las mujeres realizaban las labores cotidianas, como cocinar, lavar y cuidar a los hijos. Las mujeres, en adición a las funciones domésticas, llevaban a los cuarteles canastos con alimentos para sus esposos a la hora del almuerzo. Los militares terminaban de comer y las viejas volvían al mundo exterior. A la hora de cenar regresaban con las canastas nuevamente recargadas.

El segundo grupo es el de las mujeres que tuvieron actividades militares (soldaderas) ó tambien se les puede llamar las "Rieleras". Se dedicaron a difundir ideas revolucionarias, a espiar, ser correos, curar enfermos, conseguir ayuda para la población civil y colaborar en la redacción de proyectos y planes.

El tercer grupo son escritoras y maestras, que dieron a conocer su punto de vista hacia la problemática en el mundo femenino y sus ideas de cambio en la sociedad1. Un buen ejemplo de maestra y periodista es Juana Belén Gutiérrez, nacida en Durango (1875), quien ataca a la religión y pugna por la educación de las mujeres.

Corridos

Durante la Revolución mexicana la forma musical conocida como «corrido» tuvo un gran auge. Este tipo de composiciones musicales tienen su origen en el antiguo romance español, siendo canciones que narran acontecimientos reales, dotados con visiones épicas o heroicas con respecto a los protagonistas o los acontecimientos. Es por ello que suelen ser comparados con la función de los juglares de la Edad Media.
El corrido constituyó entonces un medio de comunicación popular, por medio de los cuales se contaba la vida y obra de héroes como Francisco I. Madero, Emiliano Zapata, Francisco Villa o Felipe Ángeles
Algunos corridos han servido de inspiración de pinturas murales en México. Dos ejemplos son los de Diego Rivera: «Las esperanzas de la patria por la rendición de Villa» y «Muerte de Zapata», los cuales se encuentran en el edificio de la Secretaría de Educación Pública.

Uno de los corridos más conocidos es el de La Adelita, cuyos versos dicen lo siguiente:

Si Adelita se fuera con otro
le seguiría por tierra y por mar
si es por mar en un buque de guerra
si es por tierra en un tren militar.
Si Adelita quisiera ser mi esposa,
y si Adelita ya fuera mi mujer,
le compraría un vestido de seda
para llevarla a bailar al cuartel.


Novelas

            Existe una serie de novelas que reproducen este movimiento suscitado entre 1910 y 1917, las cuales, mediante cuadros sucesivos o fotografías narrativas de lo acontecido, relatan las experiencias directas de las personas durante el movimiento.Además, cabe añadir que son las que describieron al movimiento armado desde su origen y que estudiaron analíticamente los problemas surgidos por la prosecución durante ésta.

Entre los autores más señalados de este tipo de novelas se encuentran Mariano Azuela (siendo éste el primer autor con su novela Los de abajo] Rafael M. Muñoz, José Vasconcelos, José Rubén Romero, Martín Luis Guzmán, entre otros.

La novela revolucionaria, como género, comenzó a escribirse en 1928 (aunque algunos escritos como los de Mariano Azuela son anteriores a esta fecha) y culminó a mitad de la década de 1940.

Algunas de las obras:

Los de abajo de Mariano Azuela
Memorias de Pancho Villa, La sombra del caudillo y El águila y la serpiente de Martín Luis Guzmán
El resplandor de Mauricio Magdaleno
Ulises criollo y La tormenta de José Vasconcelos.


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